domingo, 14 de febrero de 2010

Mejor no estropear las cosas



Habían pasado casi tres meses desde el cumpleaños de Alex. Desde aquel beso. Desde aquel día, nuestra relación había vuelto a ser la misma. Nos veíamos de vez en cuando, me visitaba a la oficina o nos encontrábamos por el barrio. Nos contábamos en unos minutos como nos iban las cosas y después cada uno seguía con su vida. Pero había una diferencia, y es que cada vez que se iba me quedaba vacía por no haber encontrado una respuesta, sobre aquel beso.

Una noche, estando sola en casa, y tras darle muchas vueltas, decidí que ya era el momento de salir de dudas y pedir explicaciones. Así que cogí el coche y me presenté en la salida de su trabajo, como hice aquel día.

- ¡Lucía! – gritó desde el final de la calle, acercándose a mi coche - ¿Qué te trae por …
- ¿Porqué me besaste?
- ¿Qué?
- Si, que por qué me besaste, el día de tu cumpleaños. ¿Por qué me besaste?
- ¿No te gustó? – dijo tras una pausa, con una sonrisa un tanto avergonzada.
- Necesito saber, saber qué te llevó a besarme. Necesito una respuesta Alex.

Se dio cuenta de que hablaba muy en serio. Quizás por la forma en que apretaba los dientes, o por como luchaba por aguantar las lágrimas con cierto orgullo. Cambió su expresión y entró en el coche.

- Yo también estoy confundido, Lucía – dijo en un tono suave, mientras miraba fijamente al parabrisas – muy confundido … Solo se que me apeteció, y lo hice. No se decirte nada más.

Me quedé callada. Aunque no era una explicación clara, ni convincente, ni mucho menos reconfortante, me bastaba de momento.

- Te visito mañana a la oficina, a la hora del desayuno ¿Vale? – dijo mientras me daba dos besos en las mejillas – Mejor no estropear las cosas.

Esa noche dormí mejor, pero no más tranquila.

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