lunes, 15 de marzo de 2010

Cuando menos te lo esperas (II)



A duras penas cogimos un taxi. La gala fue un aburrimiento pero aprovechamos bastante la fiesta de después, sobre todo cuando empezamos a perder la cuenta de las copas que llevábamos. Y no, no era pronto. Alex le dio al taxista mi dirección, ya se iría él andando después de dejarme en casa. Llegamos a mi portal e hicimos acopio de despedirnos, entre risas y traspiés varios. En uno de ellos, me abrazó por la cintura y se quedó mirándome unos eternos segundos, mientras mantenía una mueca de sonrisa en su cara. Me gustaba imaginar qué pensaba en esos momentos. Agachó un poco la cabeza, hasta ponerla a mi altura, y volvió a hacerlo. Nos besamos unos segundos, mientras subía sus manos por mi espalda hasta llegar a mi cuello. Me miró, no dijo nada y se limitó a sonreir. Me siguió besando mientras calentaba mis mejillas con sus manos. Por primera vez reaccioné, abrazándolo hacia mi con mucha fuerza, que al echarnos sobre la puerta, esta se abrió.

- Sube – dije casi sin querer.

Recuerdo poco más. La fuerte luz del ascensor deslumbrándonos mientras nos besábamos, algún tropezón en el rellano, mis llaves cayendo en el parquet del recibidor de mi casa, la oscuridad …

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