domingo, 21 de marzo de 2010

Esto tenía que pasar




Lucía y Alex hicieron el amor.

Ella lo sospechó cuando despertó y encontró a Alex durmiendo a su lado. Lo confirmó cuando, al mirar bajo las sábanas, descubrió que ambos estaban desnudos. Pero ella, perjudicada por el alcohol, no recordaba apenas nada de lo acontecido en esa cama. Solo imágenes sueltas que perfectamente podían haber formado parte de un (muy buen) sueño. Recordaba los dedos de él apartándole un mechón de la cara, sus manos clavándosele con fuerza en las caderas, el escozor de sus uñas clavadas en su espalda. Poco más. De todo aquello Lucía solo conservaba unas terribles agujetas en los muslos. Como antiguamente le pasaba.

Empezó a hacerse una larga lista de preguntas que quizás jamás tendrían respuesta. ¿De quién de los dos habría sido la iniciativa? A Lucía siempre le preocupaba desnudarse delante de un hombre. En esos momentos, nunca sabía como hacerlo de manera correcta para no parecer demasiado ansiosa, pero tampoco perder el ritmo del calentón. Le daba tantísima vergüenza. Y se seguía haciendo interminables preguntas ¿habría sido un polvo salvaje, o uno lento y romántico? ¿Habría disfrutado? ¿Se habrían hablado al oído?

Mientras todas esas preguntas rondaban su mente, Alex se despertó. Se giró de costado y con los ojos aún somnolientos, iluminó la mañana a Lucía con una de sus encantadoras sonrisas. Se miraron unos instantes sin decirse nada, pues en esas condiciones no hacía falta. El agrandó más si cabe su sonrisa y atrajo el cuerpo desnudo de Lucía hacía el suyo. Se besaron, y entrelazaron sus piernas mientras Alex retiraba el flequillo de la frente de Lucía.

En esta ocasión, y con los cinco sentidos intactos, Lucía sintió por segunda (o por primera vez) su cuerpo sobre el de Alex, los brazos de el rodeando su espalda, el aliento de su boca entreabierta sobre su pecho.

- Esto tenía que pasar – dijo Alex, con la respiración entrecortada y en pleno clímax.
- Te amo – susurró ella en un gemido ininteligible.


Cuando Alex se fue, Lucía comenzó a preguntarse si alguien le quitaría lo bailao.

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