martes, 2 de agosto de 2011

En un día como hoy



Lucía se sienta frente al teclado, pero no brota nada nuevo de sus dedos. Escribe unas palabras, borra algunas, y desiste. Desde que decidió olvidar a Alex parece que su historia ya no vale nada.

- ¿Acaso no vales nada sin Alex? – se apostilla a sí misma en voz alta.

Quizás se refiere a que su vida ha perdido cualquier atisbo de interés sin él.

- Tu trabajo también es muy interesante – vuelve a apuntarse en voz alta- Quizás no para un blog - se replica a sí misma.

Parece ser que, si no escribe sobre Alex, su inspiración se ha acabado. Es más, encender esa pantalla y abrir su blog le recuerda tanto a él, que le resulta contra producente cuando lo que intenta es olvidarle.

Decidirse a olvidarle fue su mejor decisión. Se encontraron unas cuantas veces más, de casualidad. Por la calle, en el supermercado y en algún bar. Al fin y al cabo, vivían en el mismo barrio. Y aunque para ella seguían saltando chispas en cada uno de esos encuentros (Grácia ardía una y otra vez) para él no suponía más que otro embarazoso encuentro al que poner buena cara y una apática sonrisa. Para Lucía suponía una noche más sin dormir.

Y tras muchas de esas noches, Lucía comprendió que, aunque estaba totalmente convencida de que él era el hombre de su vida, no siempre la vida nos da lo que realmente merecemos como nuestro. Fue una gran ayuda enterarse de que Alex y Marta se mudaban de barrio. Saber que por fin los bomberos apagaban las calles de Grácia para que jamás volvieran a arder fue el paso definitivo para marcarse su propósito. Se acabó.

Los días que vinieron después fueron muy distintos. Lucía decidió dar un respiro a su blog, y también a sus sentimientos. Decidió observar su vida en vez de contarla. Decidió disfrutar de todo lo bueno que la ciudad y sus amigos le ofrecían. Minerva, como siempre, pero también Jordi y Paula se convirtieron en piezas claves en esa nueva etapa. Su trabajo también llenaba una parte muy importante de su vida, mucho más tranquilo y fluido sin los sobresaltos amorosos que Alex le provocaba.

Era una vida tranquila y sencilla, sin mucho interés social quizás.

Todas las personas tenemos una filosofía de vida, una máxima. Una frase que resume nuestra modo de vivir o nuestro destino. La de Lucía era el mismo título de este blog: “En un día como hoy” Un día como hoy un cúmulo de circunstancias la habría traido a Barcelona. En un día como hoy, la vida se reorganizó sola para ponerla a los pies (literalmente) de Alex, Y en un día como hoy, la vida le dio un toquecito en el hombro, le dijo “hoy va a ser el día menos pensado”, cuando escuchó al fondo del pasillo la voz de Lucas.

1 cosas que decir:

Ariana dijo...

Ahora ya entiendo porqué estuviste tanto tiempo alejada de estos lares. Te entiendo.
Es bueno olvidar (por mucho que cueste) aquello que al recordar tan sólo puede hacernos daño. Si lo has conseguido, te felicito por ello ;)
Y veo algo o alguien nuevo por aquí!! tengo ganas de saber más sobre ese tal Lucas...
Besitos preciosa!! ah! y te anuncio que he vuelto a retomar "Cuando cae la luna"! que lo tenía muy muy abandonado...